A los que nacimos antes del 82...
Observo la sociedad en la que vivimos, el mundo global que respiramos de manera tan visual, las tecnologías que dominan nuestra vida, que ya han creado adicción y, al igual que las farmacéuticas que inventan enfermedades para su mercado medicinal, las sociedades del primer mundo, con infinito afán de consumo y marketing, nos tienen atados por cadenas de placeres y miedos, obsesiones y represiones, prejuicios y juicios.
La verdad es que no se como hemos podido sobrevivir...¿sobrevivir a nuestra infancia? Mirando atrás es difícil creer que estemos vivos.
Que vengamos de la España de antes donde:
Viajábamos en coches sin cinturones de seguridad traseros, sin sillitas especiales y sin air-bag. Hacíamos viajes de 10-12hrs y hasta 14hrs con cinco personas en un 600 o en un Renault 4, o en un seat 127, y no sufríamos el síndrome de la clase turista.
No tuvimos puertas con protecciones, armarios o frascos de medicinas con tapón a prueba de niños. Andábamos en bicicleta sin casco, ni protecciones para rodillas y codos.
Los columpios eran de metal y con esquinas en pico, y jugábamos a ver quien era el más bestia, perdiéndonos por los caminos y no apareciendo por casa hasta la hora de la cena. Nadie podía localizarnos, no había móviles. Buscábamos maderas en los contenedores o donde fuera y hacíamos una caseta para pasar allí el rato.
Pasábamos horas construyendo nuestros “vehículos” con trozos de rodamientos para bajar las cuestas y sólo entonces descubríamos que nos habíamos olvidado de los frenos. Después de chocar con algún árbol, y rompernos la crisma, aprendimos a resolver el problema.
Jugábamos a “churro va” y al pañuelo y nadie sufrió hernias ni dislocaciones vertebrales.
Nos rompíamos los huesos y los dientes y no había ninguna ley para castigar a los culpables. Nos abríamos la cabeza jugando a guerra de piedras con los tirachinas o nos dejábamos las rodillas como picadillo para albóndigas y no pasaba nada, eran cosas de niños y se curaban con mercromina y unos puntos y al día siguiente todos contentos. La mitad de los compañeros de clase tenía la barbilla rota o algún diente mellado, o alguna pedrada en la cabeza...
Tuvimos peleas y nos partimos la cara unos a otros y aprendimos a superarlo.
Íbamos a clase cargados de libros y cuadernos, todo metido en una mochila o una cartera de mano, que, rara vez, tenía refuerzo para los hombros y, mucho menos, ruedas!!!
Comíamos dulces y bebíamos refrescos, pero no éramos obesos. Si acaso alguno era gordo y punto. Compartíamos botellas de refrescos y nadie se contagió de nada, bueno, tal vez de piojos de vez en cuando, cosa que nuestras madres arreglaban lavándonos la cabeza con vinagre caliente.
No teníamos Playstations, Nintendos 64, vídeo juegos, 99 canales de televisión, películas en vídeo, sonido surround, ordenadores e internet, pero nos lo pasábamos de lo lindo tirándonos globos llenos de agua y arrastrándonos por los suelos destrozando la ropa, saltando a la comba horas y horas, jugando a las cocinitas con piedras y latas, a las chapas, a la peonza, a las canicas...,en fin tecnología punta...
Nosotros sí tuvimos amigos. Quedábamos con ellos y salíamos. O ni siquiera quedábamos, salíamos a la calle y allí nos encontrábamos. Íbamos en bici o andando hasta sus casas y llamábamos a la puerta. !Imagínense!, sin pedir permiso a los padres, !nosotros solos, allá fuera, en el mundo cruel! !Sin ningún responsable! ¿Cómo lo conseguimos?
Bebíamos agua directamente del grifo de las fuentes de los parques, agua sin embotellar, donde chupaban los perros!!!
En los juegos de la escuela, no todos participaban en los equipos. Los que no lo hacían, tuvieron que aprender a lidiar con la decepción. Algunos estudiantes no eran tan inteligentes como otros y repitieron curso. !Que horror, no inventaban exámenes extras! Y entre los chicos y chicas se ligaba jugando a beso, verdad y atrevimiento, no en un chat diciendo : ) :D :P
Éramos responsables de nuestras acciones y arreábamos con las consecuencias. No había nadie para resolver eso. La idea de un padre protegiéndonos, si trasgredíamos alguna ley, era inadmisible, si acaso nos soltaban un guantazo o un zapatillazo y te callabas.
Tuvimos libertad, fracaso, éxito y responsabilidad, y aprendimos a crecer con todo ello.
¿A que has sobrevivido tú?
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